Cien años de sexualidad

No estaría mal considerar al psicoanálisis como la ciencia de los humores. Menos en el sentido de disciplina que estudia los estados afectivos que en el de la
que se encarga de los líquidos, de las secreciones del cuerpo, ésas que remiten al corazón de la sexualidad. Y la sexualidad sí, atravesando teorías divergentes
y cambios culturales, crisis económicas y precisiones conceptuales, continúa estando en el núcleo del saber analítico. Y el psicoanálisis se pretende ante todo
como un saber, no instrumental, claro- acerca de la sexualidad.

Y en tanto se ocupa del mundo de las secreciones, se ocupa también de lo segregado del saber oficial de todas las épocas (antes, los neuróticos; ahora, el
malestar y el vacío que las ideologías del progreso no logran evacuar); así, desde esa perspectiva, el psicoanálisis ha hallado terreno fértil para su reflexión
tanto en los actos fallidos como en los síntomas histéricos, en el sueño como en el humor.

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