Psicoanálisis del Más Allá
El psicoanálisis ha bordeado siempre lo inefable. Desde los primitivos intereses de Freud por la telepatía (desechados en su momento por ser “políticamente
incorrectos”), hasta algunas concepciones actuales acerca de la intuición o el acto analítico, pasando por las consabidas críticas de los detractores profesionales,
que asimilan nuestro oficio, sin modulación alguna, al de los chamanes o charlatanes, siempre se ha sostenido con dificultad la anhelada alineación de
nuestra disciplina con la Ciencia.
Algo medular a nuestra práctica, al parecer, topa con ello, y más allá de cómo se lo nombre, las teorizaciones terminan encontrándose con un “ombligo”,
con un “real”, con cierto agujero o punto muerto o límite, que más allá de los entramados doctrinarios en que se inscriba cada concepto, parecen referirse a
un idéntico punto de detención, de claudicación de la palabra y de la representación, punto que conduce a lo desconocido, propulsando a la vez una ardua
tarea de conceptualización alrededor de él.